
“Estudiar aquí no es una obligación, sino un pasatiempo”, afirma Scarlett Rueda Reyes, de 14 años. Dice que cuando vio por primera vez su nuevo colegio, pensó en Sibú, principal dios en la mitología talamanqueña, creador de la tierra, del hombre, la sabiduría, los valores y las costumbres de los bribrí, una comunidad indígena del sur del país, fronteriza con Panamá.
El complejo, que incluye una estructura de madera y una casa cósmica que asemeja un cono invertido, fue levantado tomando en cuenta la opinión de los “sabios” de la comunidad, quienes certificaron que la construcción había sido desarrollada de acuerdo a sus creencias y valores, y en armonía con un diseño arquitectónico innovador, que le hizo acreedor a un premio internacional.
Y sin duda, también se ganó el premio mayor de la simpatía de los clientes más duros de complacer: los propios estudiantes. Como resultado, la matrícula de este colegio secundario se duplicó en apenas un año, de 75 alumnos a 150, lo cual no es poca monta en la reserva Bribrí-Cabecar de apenas10.000 habitantes. Es más: los adultos también asisten a Sepecue, para estudiar inglés o discutir el desarrollo comunal.
En Costa Rica viven unos 112.000 indígenas, que representan un 2,4% de la población.
1 comentario:
Què importante es reivindicar y revalorizar la cultura. Excelente idea!!
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